Se tarda menos de una hora en recorrer la isla de punta a punta en coche de alquiler. Sin embargo, si quieres hacer paradas para contemplar las numerosas reservas naturales y pueblos pesqueros, es recomendable planear varios días.
La capital, Mahón, que estuvo bajo el dominio británico en el siglo XVIII, se caracteriza hoy en día por un estilo arquitectónico predominantemente inglés y acogedores bares de este mismo estilo. Las numerosas catedrales y capillas de la ciudad combinan diferentes elementos del clasicismo, el rococó y el gótico. Un convento franciscano medieval se ha convertido en el "Museo de Menorca", que contiene principalmente hallazgos prehistóricos. El puerto de Mahón es el segundo puerto natural más grande del mundo y su paseo está lleno de pequeños bares, cafeterías y tiendas.
Al otro extremo de la isla, Ciutadella despliega su encanto entre callejones estrechos de estilo mediterráneo y majestuosos edificios barrocos y clasicistas. Merece la pena ver los nobles palacios Palau Torresaura y Palau Salort en el casco antiguo, así como el típico mercado de pescado y carne en la Plaça de la Llibertat. Si, después de un día de turismo, te apetece salir a tomar algo por la noche, dirígete a la zona del puerto, repleta de animados pubs.
Desde la montaña más alta de la isla, el Monte Toro, tendrás excelentes vistas de la riqueza natural de Menorca, como el extenso parque nacional de s'Albufera des Grau. No podrás resistirte a las playas de arena blanca y fina en el sur. Para los surfistas, por otro lado, la costa norte, azotada por el viento, es ideal. En los paisajes costeros rocosos se pueden observar aves marinas y aves de presa, como gaviotas y cormoranes.
Si te interesa conocer más sobre la cultura menorquina, es recomendable hacer una excursión a las casas de yeso blanco del pueblo de pescadores Binibeca.